Era el sexo aquel
nunca como siempre,
continuas orgías de flamas
superpuestas
una sobre de otra,
alguna bajo las demás.
Eran incendios de mediodía y medianoche,
aguijones desnudos de guerra.
Fue en aquel sexo
como siempre y ojalá nunca,
la orgía perpetua de llamas
dispuestas debajo,
a veces por encima,
todas sobradas de las demás.
Fueron incendios recios y tenues,
corazas vacías desbordantes de deseo.
Sería solo sexo acaso
las ocasionales oportunidades
en el interminable calor,
todas agotadas
en el medio de los cuerpos
como gotas de sudor/llanto necesario.