Llenando el frenesí inválido
De la tenue luna ovalada,
Me devoran las mínimas cicatrices,
Los mimos de tu ausencia,
Las fauces tersas de tu aroma.
Esta fiera alocada llamada Amor,
Ya no forma besos
Y se devora las ganas,
Vilmente todo penetra en claros
Y estrellas, las constelaciones,
Las más lejanas se quejan,
Las más cercanas mueren.
De daños todos hablamos
Pero pocos sufrimos como se debe.
Si debo compartir esto,
Lo compartiré con quien se debe.
Asómbrate mujer, ¡así se debe!
En cada flor de Enero
Tengo una sola opción,
Partirme el corazón
Y cuando suman diecinueve,
Me arrojo triste y sincero
Al mar que cubre mi sombra poética.
Sufro aniquilado del efecto tuyo:
El que por defecto mata,
El que por defecto quita.
Cortados todos mis labios,
En la cicatriz más religiosa,
Guardaré temeroso del placer,
La sangre de nuestra fúnebre,
Incrédula y lenta muerte.
Porque somos dos ángeles,
Que por más pecado exista,
No hay amor que persista.
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