lunes, 21 de enero de 2013

Ver Tu Acostumbrada Tristeza

...Ver tu tristeza en mi mente es una tortura que no puedo evitar con cerrar mis ojos, ver tu tristeza en cada palabra que le dedico a otra mujer es mi dolor sin paz, ver tu tristeza acostumbrándose a mi rutina es lo peor que el mundo pudo inventar para matarme; ver tu tristeza donde no puedo verte y sentirte tan infeliz, es el fracaso de estos versos desprendidos de un alma que pudo haber sido la tuya...

I

Yo me considero ese polvo que estorba
bajo tus pies y sobre tus sueños,
he detenido tus latidos con miedo
y he provocado que te alejes tanto.

La distancia que depara tu maleta,
es inalcanzable desde ya,
tiene el desencanto de tu mirada,

La furia de tu callada boca,
la incertidumbre de tus pasos
y el filo de tu llanto sobre mi error.

Caí en la misma trampa que Adán,
encontré de otra mano esa manzana
que sobresalía por ser prohibida
pero que dañaba con ser tocada.

II

Para ver tu cara entristecida
no me queda más vergüenza,
lo angelical de este noviazgo
yo te lo guardo en algún rincón.

No puedo a los ojos verte,
ni puedo retroceder mis manos
que se acomodan en tus fotos,

Pero tampoco puedo permitirle
a mi cabeza pensar en reconquistarte
cuando sólo desilusionarte he logrado.

Tengo la paciencia para sentirme fuerte
pero tengo más indignación
por la manera en que te amé
que me entregaré a tu recuerdo sonámbulo.

III

Tus costumbres de cada mañana
no encajarán con la nueva rutina
que carece de hora para desayunar
y para lágrimas los minutos sobran.

No hay alarma que me levante mejor
que el de tu insatisfecha reacción
sobre mi piel cuando sueño tu perdón,

Siendo hombre que deshonra su profesión,
declararía en mi contra, con literatura,
si eso te devolviera, mi amor.

Pero oigo más triste a tu voz
sabiendo que no eres tú la que hablaba,
cuando confundo entre tanta gente
a tu ausencia con tu capricho de no voltear.

...El fin podrá justificar cualquier medio, pero dejarnos de amar como lo hicimos nosotros no se puede razonar con leyes a medio decretar, fuimos el arma homicida de esta relación, los únicos culpables de dejar escapar la pasión, que descontrolada, a nuestros besos logró hacer dudar; vaya final el que a este libro le vamos a brindar, tú en la paradoja de volver a iniciar tu felicidad y yo al borde de no poder volverte a enamorar...

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