miércoles, 11 de septiembre de 2013

Mi Ser Atado

Compuesta de aires fríos, lluvias estridentes y algunas silentes, compuesta de gripes, de melancólicas tardes grises, incluyendo mañanas seducidas por nieve, porque está compuesta así su vida cuando invierno es, consumida entonces permanece, en ese mundo tan suyo. Y atándome tras ella, algunas veces también al frente, yo vivo.

De marzo a junio me esconde de todo, mi vista queda privada del sol sin sus manos, evita encontrarme, prefiere abandonarme mas yo, me he acostumbrado a su costumbre de no buscarme en esos meses ni para dejarme oírla. A mí me gusta más el resto del año, esa temporada de julio a febrero que se cuela con hielo salpicado, timidez y los labios al cuello que disfruta con tanto interés de mí.

Soy el máximo responsable de su bienestar en el peor de los climas, el que mejor le hace sentir cuando no está en su casa, expuesta al riesgo de respirar. Indudablemente soy importante para ella, siempre y cuando no encuentre su calendario al verano.

Detesto que me deje perdido sin la menor explicación, muchas veces me siento plantado, un retazo de cariño alejado en pleno día nublado, lo odio y demasiado porque me siento relegado de su tacto, relevado aunque suspire de celos. Me ha vedado de compartir muchos de sus momentos y vivencias, no es reproche, son de nuevo celos, celos que son míos todos.

Desde que nos conocimos en un centro comercial, -casualidad y azar que se llegan a entrelazar- ella dijo que fue amor a primera vista, entonces yo también lo pensé, y desde entonces también las fibras de mi alma se confunden con el viento cuando sin ella me encuentro, a su lado siento de verdad mi ser completo, algo atado, quizá dependiente a su nívea piel helada, sin embargo, completo.

Tan entregado amor como el que le profeso, sé que no tendrá, mas me temo que desde que nos conocemos, con el paso repetitivo de las estaciones ella me tiene más distante, yo lo noto. Ella evade mis abrazos que son caricias, besos y una que otra incitación a la desnudez de su cuerpo. Hasta el día de hoy nada he encontrado para solucionarlo, pero creo que se debe a que ella nota en mí algo también, puede ser el desgaste que siento en semejante amorío, es que yo me otorgo todo y ella callada, evita mis brazos que son boca también. O debe ser porque soy pésimo para las palabras y ella peor para darme razones y respuestas en esas conversaciones que acaban en monólogos.

En cada frase expuesta, no mentí ni oculté alguno de mis sentimientos, parece mi amor por ella una flor atormentada en plena tempestad cuando más seguro estoy de que me ignora, espero de verdad que no me bote, yo primero escogería desgarrarme el cuerpo entero que perderme el próximo invierno atado a su existencia.

Hasta el día que haya de distanciarme de su mano tiritando de escalofríos, yo, tras el acecho de una sospecha de culpa, no dejaré de amarle. Pero hasta entonces seré lo que soy en aquella extensión de alegría que le puedo brindar aún hoy, en aquella poética forma de hacerle más ameno el gusto de estar cálida, en aquello todo y en las deshiladas horas que se proponga tenerme, le contemplaré en su belleza, sólo porque se precia de compartirme la cercanía de sus labios más que a cualquier otra prenda...

Firma: Bufanda.

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