sábado, 21 de enero de 2017

Mención Honorífica

Por su uso, las cosas llegan a su fin, pero ¿qué ocurre con las que nunca son utilizadas? La respuesta es sencilla, digamos pues que todo lo material caduca y se extingue (sin atender a la teoría científica de que la materia no se destruye sino que se transforma). Esto dicho, implicaría el deterioro del objeto aún sin haber sido consumado en la funcionalidad para la que fue hecho. Ahora bien, deseo hacer mención de algunos objetos que a diario se desgastan por el inexorable tiempo y no tanto por el uso para el que fueron creados: una engrapadora, que a falta de municiones se ha vuelto el pisapapeles de mi predilecto; la zapatilla sin par debajo de la cama, la cual demuestra el poco tiempo que paso en mi habitación; el control remoto sin baterías que ocupa un lugar en los mostradores de reparación de electrodomésticos, sin más uso que el de ejemplar empolvado ajeno de atenciones; una coca-cola que se ha vuelto un novedoso destapacaños antes que un hermoso cálculo renal; y, por último quiero hacer una mención honorífica al retroproyector en mi salón de clases, mutilado de sí y sin la más eficiente función que la de existir en las estadísticas de un inventario, así como yo existo como una cifra más entre la población mundial.

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