martes, 1 de septiembre de 2020

Trampa y juicio

Para Joselyn Isamar...

Juzga sin ver,
sin tocar ni beber de más,
si soy calmo, si soy raudo.

Río interno,
caldo de tripas de humano,
hombre por género y sexo convencional,
sin posmodernidad en los artículos,
ni portador de arma sobre el alma.

Si mis miembros fueran resuelta colisión
de polvo de estrella, errados y desnudos
igual sería varón, carne y huesos como tantos
(por elección y por azar).

Sigo subestimado, preso de mi temporalidad,
de la tradición desvinculada,
del corazón de una dama,
de las cicatrices de guerra y batalla
que mal librada por mis ancestros
se ha desperdigado y tergiversado.

Soy caballero si lo quiero,
si no, solo otro loco sin caballo ni carro,
que enamora sin pedir mucho a cambio.

Resuelto y sordo
de las opiniones y el sesgado
que las minorías malpensantes ofrecen,
me privo porque lo prefiero
y me exhibo porque tengo derecho,
y si te desnudara entre estas líneas
como la musa que sos,
sería machista de sobra,
romanticista de pluma y tinta,
amanerado sin pudor,
como cualquiera,
nada me haría distinto del montón.

¡Pero siento, existo y soy un vivo,
igual te muestro,
igual me arrastro a la rima,
al caos y al orden del sexo/texto!

Me seduce el cebo bajo la trampa
de ser un deseoso
de tener hembra de la noche/mañana
a la mañana/noche que se nos permita
(per semplice piacere y gana de los dos),
sin enfermarnos más de lo que ya nos enferma
este mundo globalizado,
idealizado,
capitalizado,
degenerado
y malgobernado.

¡Qué delicioso es comernos
sin señalarnos
como dos indiferentes hijos del cinismo
que realmente somos!

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