Los lunes de cervezas y tragos
ya no acaban con cuerpos desnudos semiadormecidos,
ya no escupen compañías de horas que no son horas;
solo se asoman tristes,
lentos,
frágiles
y treinteañeros.
ya no acaban con cuerpos desnudos semiadormecidos,
ya no escupen compañías de horas que no son horas;
solo se asoman tristes,
lentos,
frágiles
y treinteañeros.
Con esas ganas medianas de todo,
incluso de querer vivir la vida
como si fuera un embrague reventado
cuesta abajo.
Es que ahora no hay más fondo
que el del promedio insomnio
adentrándose a las cinco de la mañana,
pensando que atardece gris
y al revés,
como la resaca de martes,
la del miércoles
o de un suspiro llamado jueves.
Soy quien
arrastrando el júbilo
que fuera beberme la juventud de otros labios
y las fuerzas entrecortadas
de ropas sin comida,
mientras reniego atención reptante,
prefiero el sueño, el letargo y el engaño
de desearme siempre solo
aun queriendo sentir otra silueta como la mía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario