En otro tiempo hubiera utilizado la alegoría de los leones. La verdad es que importa poco la idea ahora que ha cuajado mejor en mi cabeza. Resuena casi ridículo tener que explayarme en acotaciones mediocres del drama innecesario que estoy por iniciar.
La fragilidad de la masculinidad parece cohibirme siempre que saco el tema entre mis círculos de confianza, o quizás es algo más relacionado al complejo de Edipo... como sea, no creo ser yo el mejor terapeuta para mis pensamientos lastimeros e indescifrables.
La situación es la siguiente: mi padre se ha marchado. El hombre con el que comparto un nombre y un apellido, una distancia temporal de 25 años y gran parte de mi genética, se fue.
He sopesado si acaso lo alejó mi 'yo adolescente', (no el adulto en el que me he convertido, como si de una expiación de culpa se tratase). Durante aquellos años, mi indiferencia creó un muro casi impenetrable de comunicación fallida entre él y yo. Los problemas de temperamento y conducta fueron un perfecto abono. Pero hablando de perfección, no está de más pensar en mi necesidad de aprobación que me fuera implantada durante mi infancia. Algo de culpa tuve yo y tuvo él... y mi madre de pronto también...
En realidad, no debería engañarme a mí mismo. Es el estúpido sistema el causante de su huida. Este país sin oportunidades fue lo que lo despachó al extranjero en búsqueda de superación económica, laboral y social. Porque para ser adultos funcionales requerimos suplir nuestras necesidades básicas a punta de dinero en los bolsillos (esto lo escribo con cierto alivio de haber hallado un culpable externo a mi mala relación padre-hijo).
No obstante, sigue persiguiéndome "la mosca" de los leones. Pero, ¿no son los leones machos los encargados de marcar su territorio a base de fuerza y rugido? Yo jamás recuerdo haberme comportado así con mi padre, ni durante mi etapa de cachorro, ni durante mi juventud. Ahora adulto... me faltó valor para enfrentarlo, no iba a ser yo un infeliz malagradecido... creo...
A lo mejor tanto el sistema como alguno de mis 'yo' llevamos la misma carga de responsabilidad respecto a su escape. No me queda claro, ni deseo profanar más esta sucia tumba llamada 'consciencia'.
¡Y claro que le tengo estima! (Porque decir "amor" aún resuena duro para mi léxico y mi heterosexualidad humillada y humillante). Por más que le tenga un feo rencor por ponerme un nombre como el suyo... a poco el apellido sí está bonito. Supongo que solo el apellido no basta al ser progenitor... los leones sí matan cachorros, mas no a los suyos según tengo entendido... (¡ah, otra vez los félidos!).
Conciliar las memorias felices y seleccionarlas para recrearlas en mi cabeza también ha sido un trauma indeleble y bochornoso. Quiero a ese viejo, siempre lo he querido incluso cuando he dicho que lo odiaba. Lo que ahora veo más claro es que, cual espejo de la genética, tengo demasiado de él en mi forma de andar, mi manera de tomar decisiones, la ruidosa risa y quién sabe cuántas mañas más... es que no solo es el nombre ni el apellido.
Además, jamás supe dejarle claro que su cachorro creció, no tuve ocasión de hacerle saber que ya sabía rugir así de parecido a él. Y espero que no sea demasiado tarde como para volvernos a encontrar... sin la mediocre/certera excusa del sistema de por medio, entre nos y con el tiempo arrinconado de recuerdos recortados a conveniencia.
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