Sí, la lluvia susurra canciones
de una dama respetada en las nubes
que se escurre todas las noches
para aliviarme de caricias entre vapores.
Sí, la lluvia susurra con gotas
las puestas de sol a oscuras
cuando se desprende de las alturas
la cadencia resonante de horas lentas.
Sí, la lluvia susurra versos
cuando se detiene bajo los focos
dilucidados en charcos de a pocos
si lava reflejos ora fijos, ora arrastrados.
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