En la lenta somnolencia de enredos matinales
hay un sofocante e injusto aire a verano,
estío de morenos lienzos entre lunares
para la luz blanca cristalina con sabor a tragos,
aún cuando caen las lunas vibrando sin encaje
no vacilan los silentes daños fraguados
por un vaso lleno de ruina cambiando de envase
uno a la fragua del beso y otro sin ningún trazo.
Bailan mieles de frescas frutas en su perfume
desde su idílico recuerdo entre los dedos
hasta su más lejano asedio en un sueño de nube,
así barajan las horas su engaño tierno
en la caja de memorias que el fuego cubre
y durante esos manipulados y extraviados deseos
se siguen ahogando las caricias que reúne
para sus altas expectativas o sus falsos credos.
Bajo la piel tatuada de cicatrices sin eco ni abrigo
de lo que oculta su éxtasis entre cortinas
hay gritos, oleajes, adicciones y suspiros
que roen su cuerpo al unísono calor de la brisa,
placeres sin nombre despiertan su apetito
y en la flor del mar ancho muere la mentira,
pero lo callaron sus labios en falso compromiso,
entonces otro fracaso desnudó todas sus aristas.
Bajo la piel tatuada de cicatrices sin eco ni abrigo
de lo que oculta su éxtasis entre cortinas
hay gritos, oleajes, adicciones y suspiros
que roen su cuerpo al unísono calor de la brisa,
placeres sin nombre despiertan su apetito
y en la flor del mar ancho muere la mentira,
pero lo callaron sus labios en falso compromiso,
entonces otro fracaso desnudó todas sus aristas.
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