En tus ojos hay otoño,
en los míos, desde el trópico,
solo otro noviembre despejado;
aún salvando esas distancias,
pensarte es esperar del viento un olvido,
algún sueño llovido de consuelo,
algo o alguien más que me pregunte por ti.
La jungla de aromas,
los rezos gritones,
los ritos aburridos,
la magia de luna,
las misas sin iglesia,
el descuido generalizado,
las puertas de un panteón de memorias,
los candados mentales,
las compañías familiares,
las vergüenzas de equivocarme nombrándote...
la soledad...
Al final de tanto recuento
de sangre y miedo,
la realidad me prevé de los colmillos del tiempo:
porque no fue un virus lo que te llevó,
no es la muerte sueño o pesadilla eterna,
la única verdad que cabe mencionar
es que fuiste un sorbo que me ahoga lentamente,
por capricho tal vez,
por remordimiento quizá,
por culpa tal vez,
por duelo quizá,
por rabia tal vez,
por lástima quizá,
porque sí... sí... siempre, sí...
Nos veremos en otra vida permeable,
a través de otros otoños
y otros ojos
que puede que no sean ojos;
socavando bravas palabras
ya sin cuestionarnos nada,
amando... solo amando.
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