Servil teatro de dulzura
siendo tú, tan carne como yo,
deja de lado la ropa
así como tu delicadeza
que te ciñe debajo la figura.
Vente diabla de poco trato
por un trago de fingido cariño,
que más abunda el ruego
cuando el amor lujuria reza.
Consigue alcanzar mis labios
como vino sin copa
y desnudarte erótica como gato
que ya tengo suficiente tortura
con guardarme las cenizas de tu fuego.
¡Tanto afrodisíaco en ti, prostituta,
y yo sin poder corromperte la boca!
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