Sin esperarlo yo,
te me ofreciste
de lo que te di, bebiste,
de lo que no podido darte,
aún tienes sed de llenarte.
Sin esperarlo yo,
llevarte conmigo no he podido
aunque ya lo has pedido,
de eso que tanto nos falte
que el momento que nos asalte.
Sin esperarlo yo,
te invito sin tiempo ni fecha
a que seamos pólvora y mecha
de una singular unión
que tenga más de una sesión.
Sin esperar a más, hoy,
estarás perenne y constante
hasta el cansancio, delante,
satisfaciendo lo que somos
entre sábanas y asomos.
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