Entre centellas de amoríos
intensificados por besos breves
o lujuria en la oscuridad
que delata claramente felicidad
se quedan dos novios
jugando como niños entre nieve.
Son los márgenes de su ser
un intento que a escondidas
a veces son solo frases
y otras un contrato sin reglas ni bases
que dejan de a poco ver
que hay dos vidas ya unidas.
No hay mejor lúdica armonía
que la de poder equivocarse
queriendo dar en todo acierto,
aún cuando quede muerto
al paso de la rutina y la monotonía
cada segundo sin poder cuenta darse.
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