Incomprendido y embellecido oximorón moreno,
tu carne es cuerpo escapando de lo tangible,
una caricia laberíntica
de auxilio amoroso.
Tienes delante
todo el deseo,
toda alegría por compartir,
por sentir un calor
que no fuera solo el tuyo
o la tela del arrullo travieso.
Evocas el capricho tenso y rebelde
de rendirte a quien entienda
siquiera la receta
de tu boca al fundido tacto sentimental.
Sos retazo de tanta entrega
y se te olvida
cuánto detrás has dejado:
el rastro de aroma a ternura,
llanto/gemido,
sueños...
Desamorosos sueños...
Dueños de ti,
has olvidado, ¿de quién ya te adueñaste?
Acaso de mí...
¿De quién o de cuántos también?
Recuerda que el lado izquierdo,
por sí solo,
sabe latir distinto.
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