Introducción

El poeta que bebe café sabe bien
que el único mejor aroma
entre la tinta y la taza
es el perfume de su amante.

-Rodrigo Villalobos F.

jueves, 8 de diciembre de 2016

Tercos Sentidos

La gente con estreñimiento de razón
tiene tercos sentidos:
Se les duerme la cara entre el televisor
y la desinformación más actual.
Tercos los sentimientos y mutilado el entendimiento
como para divertir a su sueño
con insomnio y licor.
Esta gente se restringe las angustias
con tabaco barato y música del billboard.
¡Bah! Mi gente es un ganado irremediable
como reses nadando entre sus heces
para llegar a un extremo
que con el tiempo se vuelve callejón sin salida.
Sus respuestas ineptas
crujen como puertas viejas
porque no tienen cabeza, solo médulas erguidas
entre el suelo y algo que arriba jamás ven.
Un ajuste de mente
amerita un empachoso trasplante
que de a poco les cambie
lo terco por un sustantivo diferente.

viernes, 25 de noviembre de 2016

Garabatos De Una Niña Grande

La niña grande no sabe qué pedir
pero opta por garabatos que a la distancia
dejan líneas entre líneas.
Un lenguaje articulado de coqueteos
e indirectas frenéticas
alimenta su fuego pasional por lo que desconoce.
Lo que no tiene lo quiere sin saber porqué.
La niña grande no sabe cómo pedir
porque cuando exige se siente egoísta,
porque cuando enmudece
cede el paso por horas a las malas terapias.
Sus garabatos con trazos cada vez más fuertes
ahora forman letras, lágrimas y otras rayas.
En otro papel que no es papel
mancha de maquillaje sus huellas cicatrizadas
y rehuye y reniega caprichosa
de un amor que discute que no es amor.
Sus travesuras le han costado caro:
una dosis de olor a sangre, a desencanto y a ira.
Mancha de café tres leches su boca
y de mentiras las que se topa
porque sus garabatos no alcanzan
los caramelos que muy alto están guardados.
Mi niña grande, mi niña tonta,
los caramelos se compran,
es atención lo que a ti te falta.
Tus berrinches buscan a alguien,
alguien que aunque no entienda tus garabatos,
siquiera de noche
y con voz alta
te los lea
cuando la blusa te desabroche...

sábado, 22 de octubre de 2016

Cartas Sin Remitente

De nuevo la triste mierda de siempre. La muy cabrona no traía un remitente. Ya he perdido la cuenta de las tantas cartas que han llegado a mi despacho, las cuales no traen más de una página y pasan de lo absurdo a lo amenazante. Mi esposa sabe del mal semanal pero evito darle detalles.

Cada martes o miércoles no falta la jodida letra diminuta, retorcida y punzante en las ies como en las eles. Me siento estupefacto con algunos párrafos y me he divertido con otros, sin embargo más de alguna vez me han alcanzado escalofríos o sobresaltos que me dejan temblando las manos mientras se me detienen los ojos en palabras como "fascinación" o "exhortación".

¿Qué contienen las cartas? Quizá esa sea una pregunta errónea, más bien habría que preguntarse ¿por qué están escritas de esa manera? Es incluso obvio que la persona a quién estaban destinadas no era a mí, o al menos eso pienso por ahora. Tampoco existe un dato concreto sobre quién las envía o su razón de enviarlas. "¡Qué más da!" me repito consternado muchas veces.


***

Empecé a formular hipótesis. Sin saberlo hice luego rituales. Sin querer, me di cuenta de ciertos patrones en la forma de obtener una nueva carta. Vi por ejemplo que cada primera y última semana del mes, la carta llegaba en martes. Si la carta llegaba en otra semana distinta a la primera o la última del mes, llegaba miércoles. Si el mes iniciaba en fin de semana, todas las cartas del mes vendrían redactadas como máximo hasta la mitad de la página. De lo contrario, si el mes iniciaba entre semana, el redactor se extendía hasta cubrir casi toda la página.

La ortografía del remitente misterioso era impecable. No sabría cómo pero determiné que era un hombre porque se dirigía a sí mismo con tono dominante y jodidamente misógino. A juzgar por los temas que trataba tan dispersos y con tanta versatilidad terminé hallándolo una persona culta detrás de sus retorcidas formas de lenguaje. Jamás se dirigía al destinatario, o sea a mí (voluntaria o involuntariamente) por mi nombre. A veces juraría que entornaba frases tan lógicas y cuerdas que terminaban rompiéndose con alguna idiotez digna de consagrarse, haciéndose el imbécil o simplemente actuando su locura.

Siempre que conversaba con el cartero que llevaba la carta a primeras horas del día (que no era el mismo siempre, porque me explicaron que tenían turnos),  me topaba con el argumento de que ellos solo cumplían con llevar la carta y que desconocían más. La privacidad de los documentos que entregaban era uno de sus más consagrados lemas laborales y que si tenía alguna duda sobre ello, que moviera mi humanidad hasta la agencia postal y emitiera una queja si así lo deseaba.


***

El caso de las cartas llevaba poco menos de los dieciocho meses cuando noté algo más sobre estos sobresitos manila color mierda: se estaban haciendo un verdadero problema para mí. Ya se habían acumulado grandes cantidades de polias entre las hojas amarrillentas de mi despacho y mi esposa me importunaba con frases que reflejaban mis ritos y costumbres respecto a estas cartas como "Ya vas otra vez con café a tu despacho, de seguro con la tercera taza leerás alguna nueva cartita de alguien"; o me increpaba con el tedioso "Andas descalzo en tu despacho siempre que has leído esas cartas, ¡qué fetiche el tuyo!, podrías olvidar ya ese asunto y dejar de leerlas"; yo no me había dado cuenta que incluso dedicaba mis tardes de jueves a releer la carta de la semana para mí gusto y gana.

No sabría explicar qué fue lo que me llevó a otra cosa, tengo confusa la memoria. Una noche de viernes luego de hablar del tema con mi esposa y terminar más molesto de lo normal, me llevé todas las cartas conmigo bajo el brazo y salí a toda prisa en el auto. Llegué a la agencia de correo que estaba a unos quince minutos y entré solicitando a gritos que me llevaran al encargado de turno a mi presencia. Rotundo, regordete y sudoroso un empleado levantó el brazo y lo agitó en señal de que le diera un lapso de espera. Mientras tanto decidí volcar el manojo de cartas sobre el mostrador a la vista de otros dos carteros de turno que preparaban un cargamento nuevo de envío. Estos dos empleados me vieron de reojo, se sonrieron, intercambiaron susurros y se fueron rápidamente. Cuando tuve la oportunidad de ver que se acercaba el tipo regordete y con cara de buena gente ante mi solicitud lo noté desconcertado y cuando al fin lo tuve cerca le expliqué mi problema postal mientras él ponía su cara de perfecto imbécil con sus ojos pequeñitos.

Luego de la charla con excesivos detalles con la que argumenté mi desagrado por el error que tuvieron, le cedí la palabra para atender qué escondía tras su mutis. Me vi sorprendido por la facilidad con la que tomó las cartas luego de escucharme y ordenándolas con un par de movimientos en silencio se dirigió a mí con unos gestos similares al que me dio cuando entré. Después dispuso de una hoja de papel carta amarrillenta que sacó de la parte baja del mostrador y con la misma letra que ya conocía a través de las cartas dispuso un texto así: "Tardaste mucho en venir, te felicito, ahora da la vuelta y escóndete. Pero recuerda es mi turno y si tú no venías armado, yo sí."

Las sombras de papel impregnado en mis manos en silencio se quedaron. El hombre de ojos diminutos de pronto se marchó sin haberlo previsto. Un cuchillo pasó bailando sobre mi hombro y al verme desangrando con un corte limpio de la hoja de acero, corrí tan rápido como pude hacia las puertas de la jodida agencia postal. Abrí el carro y al nomás arrancar un puto estallido de escopeta batió el vidrio trasero. Maldije.



***

Jamás en mi vida he vuelto a ver al tipo de la oficina de correo que me mandaba las cartas. Y juro que jamás antes lo vi. Ahora jugamos al escondite con mi esposa. Nos mudamos cada dos semanas o antes si notamos algún acercamiento (o carta sospechosa, incluidos los recibos y facturas).

Yo no sé cuánto tiempo más nos queda. Anoche alguien reventó nuestras llantas y ya hemos dejado en menos de diez semanas una enorme cantidad de vehículos, lugares a los que seguro no volveremos y retazos de papel de dudosa procedencia.

Ahora estoy dejando esta carta sin remitente para que cuando alguien quiera saber de mí, cuente que fui un turista forzado y un perseguido sin auxilio, que sucumbió al caprichoso juego de esconderse sin saber porqué. Después de todo ¿quién le creería a un hombre con el cadáver de su esposa en el baúl y con una herida expuesta, sin opción a detenerse por temor a un hijueputa que ni conoce?

viernes, 21 de octubre de 2016

El accidente sin memoria

Daban las tres de la tarde, la calle se silenciaba y el calor seco se enternecía con los ojos de una dama. Ella se alejaba a paso lento. La ciudad se erguía en todos los puntos cardinales y el aire se sentaba a su lado. Se saludaban cerca otras mujeres más bonitas, según le parecía.

De pronto, eran las cinco ya y el trecho recorrido en una sola dirección le parecía apenas corto. Se sentía ansiosa y paranoica, aunque no lo estaba. La gente de pronto empezó a borrarse delante y detrás. Los letreros empezaban a iluminarse y las personas se atravesaban a sus costados en prisas incoherentes sobre neumáticos y sobre baches mal parchados.

Su mirada era liviana, su piel cada vez más nívea. Ella, que no llamaba la atención de ninguno, se dirigía sin rumbo aparente al frente. No volteaba a ver a nadie, así como nadie la volteaba a ver y de pronto, casi a media noche, se frenó para hacer una fotografía mental de su extenso recorrido.

Le arropaban los estupores metálicos de los focos amarillentos. El olor a sangre que manaba de su cuerpo se intensificaba. Los talones descalzos ya gastados y el frío rocío de la madrugada iniciaban en ella una metamorfosis de visibilidad escalofriante.

Casi irreconocible de sí, gritó y gimió. Se calmó conforme la conciencia se reconciliaba con su piel y sus cicatrices. Al verse sola advirtió recuerdos inmediatos, pero no precisos: un carro, llanto y miedo, paramédicos a destiempo, una lluvia que ennegrecía la sangre derramada y una bastarda necesidad de saberse muerta.

Ya casi asomaban las tres de la mañana, el manto estrellado acordonaba la carretera y cuatro jóvenes casi borrachos que viajaban a toda velocidad no la advirtieron por asomo hasta tenerla casi al frente. El auto volcó fuera de la cinta asfáltica. La lluvia asomó y con ella el estallido del tanque de gasolina que arrojó carbonizados dos de los cuatro cadáveres.

La dama, cuyos pies gastados y descalzos había montado un nuevo teatro, se cobraba cuatro almas nuevas. Se incorporó con indiferencia y olvido desde el suelo y empezó otra nueva caminata en la misma dirección para desvanecerse de la escena con sus ropas igual de rasgadas sin saber que doce horas después estaría por despertar de su insomnio maldito otra vez.

miércoles, 5 de octubre de 2016

El Puerto Ahogado

Érase de veces los meses
que contados se hallaban reencontrados,
él en blanco vestido de marinero errante
y ella de sirena la cadera en carmín estrecho.

Dado por hecho el hecho
ambos partieron de la mano al puerto
en busca de un silencio muerto,
según contaba el muro del faro tuerto.

Primero callaba la boca la chica
con un dedo de prisa
y al verla el circunscrito caballero le dijo al oído:

"¿Qué acaban las espumas de tus olas
de ocultarme en esos febriles alfileres,
que tuercen las velas de tu sonrisa
en llana marea tan baja?"

En involuntario gesto disertó la muchacha
y haciendo algarabía de sus manos,
como de sus insinuantes gracias de dama,
movió con tonos enternecidos estas palabras:

"Señor, sé que clamas por un ancla,
y yo, barro de ama de casa excepto en mi alcoba,
vuelco barcos más grandes con mis ojos indiscretos,
veo por tanto que sus mansas algas marinas
esconden algo que al parecer mi piel no termina de sentir."

A lo dicho y sobre la arena grisácea
le revolcó la náusea a los tórtolos,
dando cuenta y vuelta a la realidad
como resaca de tamarindos en alcoholizado fermento.

Dos cuerpos se encontraron dormidos
al infinito tronar de las nubes,
la costa se llenó de sobrenombres para los difuntos
y les llamaron Thanos e Hipnos.

Fueron presas de su talasofilia en los muelles ahogados
y cortaron fustigados los lazos de su amor
sin haber dado fe y legalidad
de quién se quedaría con la casa y quién con el niño...

jueves, 29 de septiembre de 2016

Amor De Viernes

Preludio de ensueño con tez de perla
cantas vida y cantas presurosas lluvias
con sabor a almendra entre labios despedidos.

Me robaste los viernes desde que eres tú
aquel café en la antesala de mi final de semana.

Alma irremediable de espera,
mi camino danza terso del engaño al tiempo
cuando coincidimos en matinal cotidianidad.

Ya sabes hacer de mis intentos de amor
la emboscada de tus besos finales.

Ahora a cada intento de viernes
le acompaña tu austera ausencia para dos
en la misma mesita
con música de melancólico retorno a vos.

jueves, 8 de septiembre de 2016

Somos Un Divorcio

Somos un divorcio, cariño.
Somos un manojo de besos mutilados,
cómplices y acrónimos emparejados,
un eclipse de caricias traslapadas y perpendiculares.
Sí, un divorcio,
de esos a medias y remendados,
negados
entre miradas torturadas de cruel espera.
Somos divorcio,
uno de bienes mancomunados,
divorcio de distancias,
de llamadas deprisa colgadas.
Somos el divorcio sacado de un cajón llamado memoria.

Sin Título

Sos mi madrugada hecha carne,
ternura y calor contrastando
contra el vagón frío de mis sueños sin memoria.

Sos veinte veces yo, sobre doce veces tú,
el nosotros más inhóspito
y el presente de mi noche que no es noche.

Sos la piel que confunde la ola con la piedra,
hiedra que grita tacto
donde duermen la mañana y el rocío.

miércoles, 24 de agosto de 2016

Sirenas De Asfalto

Sirenas de asfalto
mitad mujer y mitad otra cosa,
mudando escamas y branquias
por bolsos y tacones.
Se van tirando a la mar salada del tráfico,
sedientas de amor
y preñadas de humo de ciudad.
Nadan entre pasos de cebra
bajo los azules corales
de arquitectura diseñada para sismos.
Cantan que son madres,
que son trabajadoras,
que son hembras,
que son esposas,
mitad mujer y mitad otra cosa.
Con caderas de santa
y perfume de brama
llenan las camas de noche
de algodón de lágrimas,
cansadas del cansancio,
cansadas del mismo salario,
del mismo Neptuno en la casa,
de los mismos dedos compañeros
y del mismo naufragio
que les arrebató ser mitad pez...

Autor de la imagen: Revista Jícara.
Especial agradecimiento a Henry Waight por su magnífica interpretación ilustrada.

jueves, 21 de julio de 2016

Ángel Entre Sábanas

Dulce fuego occidental con bordes
deja que te apague las llamas,
que te abracen mis cadenas,
que te descubra las alas rotas
con mi frío tacto piel con piel.

Cuando la seda de tus labios
me acepte en el mar de tu cama
ojalá me envuelva sobre tu contorno
y bajo tus adictivas mareas.

Yo no escapo, no sé hacerlo,
yo te veo y me deleito,
soy un circo aficionado de asombros
que se bebe tu encanto
con tu grito y tus pasos.

Son viles tus caprichos y vaivenes
aprietan mi sueño y me confunden,
son más viles tus miradas
que al arco melódico de tu voz
hacen eco mediocre de mi participación.

Hay mejores oros y platas
en tierras menos conquistadas que las mías,
pero te conduces sin freno
siempre a estas cansadas arenas
y con ausentes respuestas erradas.

Eres ángel entre sábanas,
acaso también el diablo
que temprano lejos de mí se arrastra...

lunes, 9 de mayo de 2016

Stand By...

Tengo un domingo libre
en uno de mis bolsillos;
guardado en mi billetera,
se conserva intacto un café
para intercalarse con tus palabras;
hasta, hay un par de noches
colgadas en mi ropero
aún sin uso alguno.

Llevo añejas unas sábanas
que el estreno de tu calor corporal esperan;
conservo unos versos vírgenes
imperdibles para una mañana de lluvia;
incluso, me queda un bouquet
de coloridos aromas aterciopelados,
que espera tu voz para empezarse a secar.

¿Para cuándo el día, la hora y el lugar?

domingo, 1 de mayo de 2016

Flor De Papel

No se compara la biología de tus caderas
al cuerpo terso de ningún pétalo
que de par en par se abre en el ahogo de abril,
pues mejor se abren tus piernas febriles
al borde de mis carnales y desenfocados deseos.

Todo fruto que mana de tu boca perfumada
absorbe mi atención sincrónica bien herida
y de tu ramas que extremidades conforman,
brotan suaves hojas que acarician y perforan mi espalda.

Las elaboradas frases que cincelo para tu corteza de miel
parecen hacer efecto fresco en los níveos tallos
que hacen contorno a tu vientre y a tus muslos.

De a poco en poco llega la lluvia de mayo
y entonces mi influencia ya desvanecida
se hace tuya como las llamas que te comparto
dejando muerto tu ramaje que parecía duro.

Ya tus flores de papel blanco
enfermas de un orgasmo sin vector
te hacen desbordada, intrépida y animal
porque se baten en tinta tus bellos encajes.

Esas tus raíces móviles someten mi piel
mas no mis instintos
y no hay viento que te levante del suelo
si tú no se lo permites a cambio de placer.

Van durmiéndose tus oscuros ojos de avellana
en cáscaras de café quemadas,
van los tatuajes de tu polen desperdigado
como soplo helado llenando mi cama.

sábado, 30 de abril de 2016

Muy De Cerca

Y le dije de frente,
muy cerca de la comisura de los labios,
casi tocándolos,
con el mismo aire rosándole la sonrisa:

"Si te veo es como siempre,
siempre con ojos locos de amor."

Me tomó de la mano con suavidad,
se acomodó a mi lado sin verme,
se sonrojó,
caminamos por la vida
y desde entonces muy de cerca
las ganas calló para silenciarme más palabras.

lunes, 21 de marzo de 2016

Tú Y Mis Pensamientos

Mis pensamientos desembocan en ti,
en ti caben todas mis expectativas
y en ti se cobija mi locura como mi cordura.

Mis pensamientos me arrastran hacia ti,
se va contigo el primer intento del alba
y la bienvenida que suspira mi sueño.

Mis pensamientos van por ti,
rasgados de llanto amargo y dolor
pidiendo atención de tus remedios.

Mis pensamientos me dirigen a ti,
son torpes instintos ausentes de camino
y van suplicando la caridad de tus ojos.

Todos mis pensamientos se llenan de ti,
¡qué loca idea!... y todo ¿por qué?
Porque tendrás más de una vida junto a mí.

La Ruina De Piel

En la lenta somnolencia de enredos matinales
hay un sofocante e injusto aire a verano,
estío de morenos lienzos entre lunares
para la luz blanca cristalina con sabor a tragos,
aún cuando caen las lunas vibrando sin encaje
no vacilan los silentes daños fraguados
por un vaso lleno de ruina cambiando de envase
uno a la fragua del beso y otro sin ningún trazo.

Bailan mieles de frescas frutas en su perfume
desde su idílico recuerdo entre los dedos
hasta su más lejano asedio en un sueño de nube,
así barajan las horas su engaño tierno
en la caja de memorias que el fuego cubre
y durante esos manipulados y extraviados deseos
se siguen ahogando las caricias que reúne
para sus altas expectativas o sus falsos credos.

Bajo la piel tatuada de cicatrices sin eco ni abrigo
de lo que oculta su éxtasis entre cortinas
hay gritos, oleajes, adicciones y suspiros
que roen su cuerpo al unísono calor de la brisa,
placeres sin nombre despiertan su apetito
y en la flor del mar ancho muere la mentira,
pero lo callaron sus labios en falso compromiso,
entonces otro fracaso desnudó todas sus aristas.

miércoles, 13 de enero de 2016

Descuido

En el surco de tus diluidas manos
hay exceso de cariño sin brindar retoño
cuando lejanos hallo tus labios
y penetra tu ausencia en seco por mis venas.

Mis pulmones se ahogan torpes,
entre tus fotos con fondos irreconocibles
los suspiros agolpan mi voz moribunda,
quedando solo sobre mí los ecos de tu cabello.

Tanto descuido distancia mi mirada vaga
de tus fraccionados besos disueltos casi del todo,
por eso anhelo con lágrimas tus pocas caricias
que devoran el perfume de tu piel de humo.

Me llevaré a la cama tus lujuriosas sombras
para tornar mis temores en cálido reflejo,
así más fácil será odiarme por salir a sentir el sol
que las aguas contaminadas de tus palabras.

Hallará paz mi boca en los fragmentados sueños
si la brava marea de tus susurros me cubre
como sábana de nieve adicta a mis lunares,
callando la cordura del momento con amor desmedido.