Recibiendo de ti
el único esfuerzo de tu mente por borrarme,
he notado lo importante que fui en tu vida,
a pesar de herirme hoy en día
con el helado tacto de una elaborada rutina sin ti.
Mudamos y despojamos el alma del otro,
yo te conduje a un lugar mejor
y tú me distrajiste de mil y un fracasos,
yo te entregué seguridad con mis labios
y tú me agradeces sacándome del mundo
que más feliz pudo hacerme: el tuyo.
Mientras tanto sigo caminando
por la piel viva de las calles que cicatrizaron ya
la ausencia de tu andar
y que ahora habito nostálgico y solo.
¡Y puedo enfrentarme a tus contestaciones sin respuesta
detrás de cada llamada,
yo puedo vivir con el dolor que reproducen mis manos sobre tu ausencia,
hasta puedo convivir con el aroma de tu desprecio
pues bien sé que aún puedo suplicarle a los ojos de tu indiferencia
por tu calor!
Y dejarme morir
en el seco prado de tus evasivos actos insensatos de niña caprichosa,
todo esto tan solo a cambio
de que por lo menos tengas memoria para mi nombre
y dejes agitar tu pasión dormida con mi voz y mis poemas...