No se compara la biología de tus caderas
al cuerpo terso de ningún pétalo
que de par en par se abre en el ahogo de abril,
pues mejor se abren tus piernas febriles
al borde de mis carnales y desenfocados deseos.
Todo fruto que mana de tu boca perfumada
absorbe mi atención sincrónica bien herida
y de tu ramas que extremidades conforman,
brotan suaves hojas que acarician y perforan mi espalda.
Las elaboradas frases que cincelo para tu corteza de miel
parecen hacer efecto fresco en los níveos tallos
que hacen contorno a tu vientre y a tus muslos.
De a poco en poco llega la lluvia de mayo
y entonces mi influencia ya desvanecida
se hace tuya como las llamas que te comparto
dejando muerto tu ramaje que parecía duro.
Ya tus flores de papel blanco
enfermas de un orgasmo sin vector
te hacen desbordada, intrépida y animal
porque se baten en tinta tus bellos encajes.
Esas tus raíces móviles someten mi piel
mas no mis instintos
y no hay viento que te levante del suelo
si tú no se lo permites a cambio de placer.
Van durmiéndose tus oscuros ojos de avellana
en cáscaras de café quemadas,
van los tatuajes de tu polen desperdigado
como soplo helado llenando mi cama.