Resulta que todo nos sobra,
Al sonoro deseo de tu luna
Que rige sin tanta opacidad
El atardecer de tu aparecer.
Apenas hay luz deducible
Ante el contorno de mis ojos
Pero bien encuentro adentro
De tu compañía, tu suave amor.
Casi encienden los faros
La canción de su iluminación,
Acabando los fantasmas fríos
Detrás del anaranjado firmamento.
Pero antes de irme hacia ti,
Recuérdate mi niña, que nadie
Ocuparía tan bien tu último lugar,
Hasta la primera estrella de la noche.
Hasta la primera estrella de la noche.
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