Es un permiso
concedido y omiso,
el más bello descuido
que se haya pedido,
un miedo que se quiso
fuera de mi improviso
para dar por ido
un cortejo apenas vivido,
la prisa sin aviso
acaba cuando deslizo
de arriba hacia el piso,
la boca a tendido
donde te resulte prohibido
otro amante menos merecido.
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