El roce de mis manos te da la bienvenida
al aventurado teatro
de caricias desflorando tu piel,
esa piel que es mi mejor alimento
y mi añoranza de invierno.
Cuando reciten poemas las bocas ajenas
a nuestro tiempo,
cantarán primero tus relámpagos en mis versos.
Estas frases encajadas una a otra
como tejidas con uñas sobre la carne
y enhebrados suspiros de ansia loca,
serán natura sobre el artificio
mejor erigido.
Entonces al caer el beso
hallará el alma un manjar endulzado
que empapa pupilas
con voces abiertas en verdes camas de grama
y sombras abiertas al placer como alfombra.
Y cuando se sale el agua dulce con el mar
igual será inconfundible
nuestra forma de los cuerpos juntar.
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