Sobrevaloramos los vuelos
poniendo en duda la visa y el pasaporte,
porque el placer y el egoísmo
nos convencían a medias de continuar
sin poner mutuo acuerdo previo;
yo tan búho y vos tan colibrí.
A las citas de la mañana
les esperaba siempre una alarma
que a vos te revivía y a mí me sangraba,
a falta de congeniar horarios
nos alcanza la indiferencia;
yo a la cafetera y vos a la discoteca.
De los buques de promesas
solo quedan cascos náufragos,
no veo permiso ni perdón
en los ojos de nuestro cariño acostumbrado,
solo llanto sin recompensa;
yo buscando crisantemo y vos recibiendo tulipán.
Las segundas partes no suelen servir
más que para herir más profundo,
a las pampas y los valles disonantes
que se ven en nuestras fotografías
solo les faltó un empujón para quedar tristes;
yo yendo al altiplano y vos quedándote en la playa.
Si me preguntaras ahora
sobre las rutinas amorosas y los mensajes
que nos dimos con temerosa dosis,
diría que les faltó sinceridad
como si fueran tatuajes que les faltara tinta;
yo volviendo de Cartagena y vos huyendo a Santo Domingo.
Y a la reiterada enumeración de contrastes
para no seguir juntos
porque ya tenemos otros amores,
la alcanzó este final detrás del telón:
yo encontrando milagrosa puerta y vos defenestrando todas tus ganas.
Woow 😮
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