La redención del conocimiento
que has acumulado con la edad,
con el esfuerzo, te aleja de la realidad,
pues olvidaste que yo aún te miento.
De toda tu humana conciencia,
sólo encuentras paz en la biblioteca,
dejándote la vida más pobre y seca,
pues el amor no son páginas sino evidencia.
Aunque le dediques todas esas estúpidas horas
a la maldita brecha de lo desconocido,
para mí, tú no te vas, ¡ya ni corras!
Te alcanzará el recuerdo de lo prohibido,
Te alcanzará el recuerdo de lo prohibido,
el sabor de mi boca y el poema con el que lloras,
¡no escondas más el error de haberme conocido!
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