Se sabe poco de dar sin dudar
en un mundo donde al vivir
apenas se aprende a recibir.
Recibirlo no se agradece tanto
así como otorgarlo se vuelve espanto,
y no se vale pensar antes de comprar.
Porque al parecer tiene todo precio,
la venta de ilusiones con olor
se vuelve a los días sólo dolor.
No queda siquiera su sinceridad
ni etiquetas para la mala amistad,
debe ser mentira todo el aprecio.
Debe ser música mal pagada,
o palabras tan sólo prostituidas
que a poco son memorias suicidas.
Yo regalé a quien no me ha amado
el mejor presente inadecuado,
un alma con tinta bien rimada.
A cambio recibí una sonrisa,
de las que afloran y marchitan
cual acuarelas que ya despintan.
La emoción duró aún menos,
porque en esos versos plenos
se fue mi amor cual polvo de tiza.
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