Al ella hablarme
puede que no encuentre tierra firme
en la inmensa gravedad que compartimos,
tanto así que al dirigirse a mí
se me acorta la vida,
no porque no la quiero sino porque la desatiendo,
ese movimiento en sus labios ante mis ojos
es todo lo que enfoca mi vista y mi arte,
en esa forma de transformar sonidos
estoy perdiendo cuanto soy
y todo aquello cuanto dejo de ser
por intentar abordar su alma
con solo escucharla
sin poder tenerla, entenderla o merecerla.
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