Soy un hombre libre,
libre de amar como libre de ti,
pero no quiero enternecerte el ánimo,
me limito a molestarte un poco.
Lo que yo quiero que sepas,
lo dejo claro,
está en unas pocas líneas
para que dejes de malinterpretarme.
No me molesta siquiera
cuando me mientes,
no me molesta nada de ti
cuando tratas de señalar defectos
sobre ti misma.
Sin duda, no hay porqué molestarse
ni nada de que reírse tampoco,
no hay honra ni falta de gloria,
solo una apresurada ráfaga
de silencio después de pocas palabras.
Todo lo que tus conversaciones inventan,
mueven esta alma cansada
de sinsabores y malos amoríos,
que se decidieron por tu distancia
cuando tú aún dudas de mí cercanía.
Si he de señalar
lo que en realidad me golpea
en lo íntimo de mi existencia,
es que a ti no te moleste
cuanta molestia me tomo en atenderte,
por prioridad,
por capricho y sin conciencia plena.
¡Qué molesta tu vida!
Que se empeña en dormirse
cada noche sin pensarme un tanto.
¡Qué molesto mi corazón!
atado al iluso deseo
de quedarse molestándote por una oportunidad.
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