Mar de alegrías cada noche,
sendas torres divididas
de placer más desmedidas,
fríos templos ya sin años
prevalecerán unidos
para dañarte con encanto.
Caricias persas escondidas
en el algoritmo de tu rutina
caminarán acrecentando
el festejo de tu paso,
latiendo en mismo tono
y acostumbrado a tu cabello.
Pero entre el reloj que ya gotea,
no habrá vuelta ni llovizna
que ahuyente mi eco
ni borre mi huella.
Fuimos más que cuento en piedra
y al tocarnos, del amor, presas.
Muerto en vida por tu decisión,
feliz estoy evocando tu ficción.
No ves que tú hallándote sin mí,
has perdido lo mejor de ti.
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