Introducción

El poeta que bebe café sabe bien
que el único mejor aroma
entre la tinta y la taza
es el perfume de su amante.

-Rodrigo Villalobos F.

martes, 28 de mayo de 2013

La Pianista & El Lustrador

Eran la pianista y el lustrador, dos personas que trabajaban en el mismo lugar, ella adentro del teatro y él en las afueras y a la interperie. No eran tan distintos uno del otro mas no se conocían. Tenían años de verse el uno al otro previo a cualquiera de las funciones de música clásica, pero siempre los dividía una distancia prudente y un reloj sin admisión a una charla. Nunca habían palabras de por medio en aquellos encuentros y las miradas de ambos no se cruzaban jamás por el hado de los dioses.

En sus tiempos libres, el lustrador se acercaba al teatro por empleo adicional, pues uno de los dirigentes de danza interpretativa le preparaba las zapatillas que sus bailarinas usaron la noche anterior. Era un ritual de cada jueves en la parte trasera del teatro. El lustrador atendía con gusto y deleite su trabajo de par en par y por ello cobraba poco al dirigente artístico, el cual, invitaba confianza en sus mañanas juevídicas al hablar de sus experiencias personales con el lustrador. Casi siempre era el lustrador quien escuchaba y el que respondía con monosílabos a las exageradas y extravagantes vivencias del dirigente, pero le divertía pensar que a él también podría pasarle algo similar entre sus cotidianidades.

Por otro lado la pianista, era una joven mujer, con una vida casi normal a la de las muchachas de su edad, de no ser porque vivía sola, realmente pasaría desapercibida cualquier día de la semana  como una chica moderna nada más. Sin embargo su pasión por la música clásica la llevó al teatro donde daba interpretaciones magistrales de músicos como Mozart o Bach, dejando atrás los atavíos universitarios de los que dependía por las mañanas  y parte de las tardes. El mero placer de acariciar con sus dedos cada tecla del piano no era lo que sustentaba su supervivencia diaria, pues eran sus padres y una beca de estudios en ingeniería, quienes le ofrecían el sustento y la vivienda necesaria. Pero de cualquier forma terminaba obteniendo una décimo cuarta parte de las entradas a sus funciones y con eso era feliz, no por el dinero sino porque sabía que conmovía a alguien más que a ella misma con esas melodías.

Sabía el lustrador que si seguía enfocándose sólo en su trabajo, nunca mejoraría su condición de vida, sería algo que se reprendería a sí mismo en lo que le quedaba de existencia.

Sabía la pianista que si sus padres se enteraban de sus actividades en el teatro le reprenderían por no enfocarse totalmente en su carrera.

A diferencia de la pianista, el lustrador era un joven dedicado y entregado a su trabajo más que a sí mismo, no gozaba de tiempos libres ni de otras actividades que no fueran brindar brillo a botas, mocasines y tacones. Él labraba fervientemente y con gozo los colores más relucientes. Él se sentía conforme con lo que había logrado pero no se sentía de igual forma con hacerlo de la misma forma toda su vida, quería una casa propia, una familia y por lo menos ropa a su medida, ya que lo que lo arropaba era en su mayoría regalo de algún cliente conocido, alquilaba el mismo cuarto desde hacía años y lo más cerca que había tenido a una mujer era una compañera de primaria que lo tomaba de la mano en los recesos, sin contar a su fallecida madre con quien vivió hasta su pubertad y le abrazaba como recordándole que por ser su único hijo, era más madre que otras.

Mas a pesar de esas diferencias, el lustrador y la pianista tenían cosas más importantes en común. Ambos eran artistas, él con sus manos, ella con las suyas; el trabajo de uno dependía del otro, él permitiendo un lustroso paso a quienes visitaban el teatro y ella provocando la admiración en el conglomerado que llegaba al teatro. Y lo más insólito, el Amor, ese de respeto y admiración que llevaban las miradas de él hacia ella, y esa ternura comprensiva que deshojaba ella en sus ojos por él. Eran pares y pareja, sin saber que se tenían el uno al otro.

Y existe ese incómodo sentimiento de intentar amar, de querer amar, de saber a quien amar, pero no poder hacerlo, porque decirlo es fácil, pensarlo aún más, pero tener la oportunidad de expresarlo, duele no tenerla.

Mas fue en una mañana de jueves que las cosas cambiaron. La pianista tenía vacaciones en la universidad y decidió poner su tiempo libre en innecesarios ensayos. Entonces allí estaban el uno y el otro, compartiendo escena, sin verse. Tuvo la oportunidad el lustrador de hacer su trabajo, al lado del dirigente de danza, mientras que la pianista salía en ese momento a tomar un descanso. Para tan escasa presentación el dirigente apenas intercambio gesto de manos, un saludo de boca sin aliento y fue presa del sueño del encuentro de dos almas torturadas a la soledad.

La pianista ridiculizó el emotivo encuentro de ojos con el lustrador, haciendo de su cabello el escudo de sus sonrojadas mejías, así como el lustrador fingía la más grave de sus notas guturales mientras se le asomaba el timbre de niño alegre, con el más breve de los saludos a la pianista que tanto había querido encontrar sobre su rutina.

De pronto giró todo el mundo para ambos, nada pudo ser lo mismo desde ese saludo-despedida. El arte se apagó en las manos de cada uno y se encendió la ilusión de cariños sin compromisos.

Primero fue la pianista y luego el lustrador. Causa y efecto sin relación que atormentó a cada uno su corazón.

La pianista empezaba una noche de estelares interpretaciones, era una constelación de ambiciosas creaciones musicales, era amor en el aire. En cambio el público recibió a una novata de dedos quebradizos, barrocos aires descompasados y unas pausas sin excusa ni perdón al recuerdo de sus autores originales. La escena se repitió una vez y hasta diez. La pianista se alejó del teatro antes de que la corroyera el fracaso inédito y la despedida fue sin palabras ni papel.

El lustrador empezaba con unas botas en betún azul sobre un fondo café, era una noche de mucha luz, sin equívocos al color ni al tardío desafío de tacones rojos que terminaban negros en altos ángulos refregados, era una orquesta de desorientada determinación. La escena se repitió una vez y hasta diez. El lustrador se alejó del teatro antes de que lo alcanzara la mala fama y la pérdida de hasta el más frecuente cliente y la despedida fue sin palabras ni papel.

Al tiempo la pianista fue ingeniera y a su vez el lustrador un destacado trabajador de banca. La ingeniera y el trabajador de banca no se parecían mucho. Habían cumplido sus cometidos en la vida sin pedirlo. El amor es el final más bello del arte. El arte abraza en sus dedos con sustento pero sin fuerza siempre al amor, sabiendo que de enterarse el amor lo libre que es, escapará en cualquier momento oportuno o no.

La ingeniera visitó una agencia de banco, pidió hablar con el encargado de turno, el trabajador de banca le entrevistó directamente en su oficina. Ni él fue feliz ni ella salió satisfecha. Las personas que antes fueron presentadas como lustrador y pianista ahora eran sombras expectantes del beso exagerado de números y reclamos de una tarjeta de crédito con moras. Ella le tocó la mano al despedirse y el devolvió el gesto.

Si el amor fuera tacto nada más ahí mismo habría amor. Pero sólo se quedaron sepultados ahí: el mejor lustrador y la mejor pianista. Se murió el arte y con él, el amor. Ese es el éxito del destino para los dos.

«Engraxando», obra del artista brasileño JoÃo Bosco Campos.
Un especial agradecimiento a Nena G. Sara Inspirations por su original interpretación y unión de ideas.

El Confín Del Firmamento

Inevitablemente sale por las noches,
no tiene explicación ni significado
distinto del que acá quiero expresar,
anda despacio y sin compañía,
no intercambia sonrisas ni tristeza,
se oculta del azul del día.

Prefiere otros nombres más cortos,
le gusta también ser anónimo,
a veces goza de la feminidad
de hacerse llamar solamente "Noche",
pero es irrelevante el sustantivo
porque siempre esconde quien es.

No divaga entre los mortales
pero no es grato entre dioses,
se le niega con esa hermosura
ser alma del más bajo limbo,
pero dice no pertenecer a nada,
pues está presente sólo tras la luna.

Le gusta pasar de incógnito,
sentirse un sol a media noche,
cantar con la voz de los grillos,
bailar con el brillo de las estrellas,
agitarse entre el denso cosmos
y vivir en la pupila de estos mis ojos.

martes, 21 de mayo de 2013

Sin Título

Eres mi empate
El deseo que me embate,
El blanco de mi negro contraste,
¿Cómo es que desde ayer tanto me gustaste?

¿A qué jugaste?
¿Qué conjuro tú usaste?
¿Por qué dejas que tan cerca te trate?
A lo mejor quieres que tu amor también desate.

Me encanta coincidir
Con la ficción de tu filosofía yo vivir,
Sin prisas para dejar que vuelvas a enamorarte.

Y disfruto sin pedir,
De tu tan especial forma de sentir
Con la que invitas al poeta a poder besarte.

miércoles, 15 de mayo de 2013

No Necesitamos Exagerar

¿Qué y cuál problema?
no es por amor, no es por rimar,
ni por vivir, ni por amar,
tampoco por sentirse amado,
tampoco por amarte sin sentido,
menos por exagerar cariño...

Si no te he hablado,
no es exageración del destino,
es porque no me gusta exagerar
al saber que te podría amar.

Si no te he besado,
no es exageración mía,
es porque busco el momento
para lograrte enamorar.

Si con una mirada cruzada
y un suspiro al aire, exageras
con quererme conocer:
¡Aún me puedes seguir viendo!

Si con esperar mi voz
y un suspiro al aire, exageras
con quererme conocer:
¡Aún me puedes seguir esperando!

El problema es hermoso:
no es amor, no es rimar,
ni es vivir, ni es amar,
tampoco es amarme,
tampoco es amarte,
es que no necesitamos exagerar...

martes, 7 de mayo de 2013

A Última Vista

I

Conoce el Mundo al Amor,
pero el Amor nada del Mundo,
¡Porque como duele el Mundo,
cuando falta el Amor!
y ¿cuándo el Amor ha sufrido
por hallarse sin el Mundo?

II

Y más me duele verte
cuando a él lo ves,
sabiendo que lo ves
como a mí me viste;
quizá fue Amor a primera vista,
pero es la última que nos vemos.

III

En tu mundo, yo sé,
que puede tu amor vivir sin el mío,
pero mi amor, en cambio,
es un mundo que depende del tuyo;
al final verás que tu amor,
hasta que no me mate, me hará más fuerte.

Diario De Una Rutina Sin Ti

En el lento plazo de vida
que recoge cada minuto
sobre los amoríos sueltos
de esta mañana sin ti;

Puedo dibujar un puente
de cansado esfuerzo,
un cariño efímero
muriendo en tu piel,

y hasta el corazón devastado
que desato en tus manos
cuando trato de inventar
una rutina por tu ausencia.

Asusto los problemas
desde que te dejé,
entre la inusitada multitud
que te envolvió sin mí.

Duele el acierto y desacierto,
duele esa insegura tranquilidad
de querer sin querer,
duele y te ruego volver.

Todas las noches son idénticas:
tú, clavada en ese rincón
de incoherentes recuerdos
y yo en mi cama desvelado.

Te he buscado sin hallarte
y tú sin buscarme, ni un poquito,
me has tenido cerca,
entre risas y abrazos;

Mas no podré soportarlo más,
aunque por segundo nombre
no lleves el de "Fidelidad",
serás siempre mía...

...No digas jamás,
aún me amarás,
sé que podrás...
¿Por cuánto hoy te quedarás?

domingo, 5 de mayo de 2013

Para Que Te Quedaras Conmigo

Cada vez que nos despedíamos
gastábamos muchas más caricias
que horas juntos en siete días,
¡qué bello cuando nos despedíamos!

Me alegraba tanto verte sin horario,
no habían reglas ni distracciones
para los detalles sin ocasiones
¡qué daría por estar hoy en tu horario!

Gozaba la espera de tu mirada
cuando atendías con un beso
la felicidad de amarme sin tropiezo
¡y qué deleite era tu mirada!

Rogaba por tenerte conmigo,
te tuve y recorrí tus miedos,
me gané todo, hasta tus denuedos
¡pero no bastó para que te quedaras conmigo!

viernes, 22 de marzo de 2013

Promesas Sin Cumplir

      Era su boca la que sabía besar, era su cuerpo el que sabía dar calor al mío, era esa forma de tomarme la mano y dormir sobre mi pecho la que la volvía necesaria para mí. Ella era el mundo y yo su sol, en algún momento caminamos en lugar de tomar el transporte público, sólo para aferrarnos por más tiempo juntos, en alguno de esos días fue cuando decidimos vivir dormidos sin saber lo mucho que dolería despertar.

Esto lo cuento porque la noción del verano en sus ojos casi desaparece de mi mente, ya no retengo con certeza el sabor de sus labios y casi no duermo en el olvido de su nombre. La forma de su cabello contra la caricia del viento era un épico baile que enamoraba a quien lo veía. La melodía de su voz que casi se esfuma como lenta acaba la espuma de un cappucino, es cada vez menos insistente en mis pocos sueños.

Verla no puedo, amarla no puedo, tenerla no puedo y buscarla me da miedo. Ella en cambio, verme no quiere, amarme no quiere, tenerme no quiere y encontrarme le da miedo.

Enfermarme de ella no debo, caer en el vicio de obsesionarme tampoco; por ser yo el fanático que arde tras su recuerdo, soy quien mejor sufre y quien mejor agoniza. Pero me harté de ser víctima, hasta detesto el refugio de alejarla con mi cotidianidad y enfrentarla en mis cartas. He sido sincero pero no lo he gritado, por eso hoy hice algo distinto.

Le falté el respeto cuando tuve la oportunidad de ganarme su futuro, hoy encontré en mí el daño con el que siempre la ataqué. Le permití antes a mi alma limpiar el odio que me tenía, renuncié a mis ironías y me lancé intrépido y apasionado al tiempo perdido. Recorté en papel la lista de promesas sin cumplir que debí amarrar al anillo cuando la enamoré. Era una lista larga de imprevistos, de situaciones adversas y divertidas que me la traerían de vuelta; esas son cosas sencillas, bellos detalles que se leen entre nostalgia y sonrisas. Leyéndola me encontraba frente al espejo de la ventana de mi cuarto, de pronto el impulso de romperla me entró tras una rápida visa. Pero luego intuí con el primer arrugo del papel entre mi puño, que yo era el del problema, que siempre leía y comprendía todo con la prisa de la primera vez.

Con temor desdoblé el papel, no me lamenté de apretarla, me lamenté de mi mismo. Decidí cambiar todo en mí, todo para acercarme más a la persona de la que se enamoró ella. Me entretuve en cada palabra escrita, la dibujé en mi mente, saqué una esquiva mirada al reflejo de esa ventana y sabía que lo que prepararía no me haría feliz, pero la podría hacer feliz a ella.

Cumplí primero conmigo, me tocaba cumplir ahora con ella. Compré una docena de tulipanes, rápidamente cambié de opinión, eran 5 los años que llevaba sin verla así que preferí deshacerme de 7 flores ofreciéndoselas a una extraña. Mi itinerario me llevó después a solicitar aquellos boletos de viaje a París, tenía suerte de tener contactos que pudiesen ofrecerme tal cosa, un par de llamadas y era obvio que el favor lo di por hecho. Me faltaba algo, quizá eran aquellas libretas empolvadas y de paso aquel poemario que no deseaba entregar más que a ella desde hacia tres inviernos. Ese seco aire de abril no me dejaba pensar claro, faltaba algo aún, algo que todavía la hiciera más mía.

Retomé la hoja, la leía y sabía que me faltaba, un anillo, el compromiso hecho joya, una moneda sin cara ni escudo, el azar de ser cómplice de un amor que se jura hasta el final. Tenía nula la idea del lugar para conseguirlo, y estaba en blanco el borrador que tenía del estilo adecuado para el reencuentro que duraría toda la vida, (al menos eso esperaba y no menos).

Son tantas cosas por hacer, pensar en un anillo no es relevante me repetía mientras meditaba en conseguirlo con mucha más euforia. No quería detener la alegría de ese día, aunque fuera casi de noche, un amor así no debe haberla cambiado a pesar de mi ausencia. Pero tanto buscar me cobró factura: lo encontré.

Era una vieja relojería, ubicada en la profundidad de un centro comercial sin comercios abiertos. Fue propicio decidirme por él, el color de su piedra era un centro de enigmas, parecía negro, se observaba claramente azul y rayaba en lo verde con más detenimiento. Por fin oscureció, olvidé los gastos en una mujer luego de tanto reniego a mi economía y fallé a favor de Hipnos esperando el letargo de Morfeo sobre mi cama...

...No hubo mañana que celebrar, ni cianuro que sufrir. Todo era un lento aire en la cara que no enfriaba ni alentaba al calor. Yo nunca llegué a la cita de mi feliz amor, ni estacioné frente a la casa de esa bella mujer. Me quedé dormido sin poder despertar. Me sentí enfermo de no poder reaccionar.

No supe nada del sepultural fenómeno natural, ¿cómo iba a adivinar que antes de visitarla para que dejara todo por mí, la gentil mano de Tánatos, se llevaría de mi vida todo su porvenir?

Dejé para mi siguiente sueño la idea de mis promesas por fin cumplir. Acá en el halo del Limbo sólo mi nombre se escuchó, y que bajo los escombros del terremoto mi cuerpo se encontró. Que fui un poeta reprimido se anunció y que el tiempo, joven me reclamó al cielo. Si vieran que en este cielo no se descansa feliz, no le llamarían cielo, se llama pecado y por pecador contra la mujer de mi mejor amigo, éste infeliz este relato nunca escribió...

lunes, 18 de marzo de 2013

Historia De Una Página En Blanco

      Terminando una conversación telefónica, decidí alejarme del celular cuanto antes, no fuera que sonara de nuevo y el número tampoco fuera el que esperaba. Pronunciar esas palabras recias por segunda vez me retorcerían la voluntad, sé hasta donde puedo llegar, me conozco, mi límite estaba en esas frases de despedida: "Mañana hablamos de esto, es lo mejor para ambos. Buenas noches."

Avanzaba la luna sobre esa bóveda marina de estrellas. Mi pensamiento divagaba en los fragmentos de cariño que revivieron al enfrentarme a esa llamada. Me sentí víctima, un alma torturada por el desencanto de esa febril ocasión. Ella aún me gustaba y detestaba no poder demostrarlo. Me fascinaba el bailar de su voz en mi oído, yo la disfrutaba tanto como la sufría. Pero tanto divagar en el mismo tema me desgana y otra vez el sueño se le antoja a mi cuerpo cansado.

Fui a buscar un espacio en mi rutina, un frágil momento de desahogo, mi paz. Al llegar ese momento supe que estaba solo, que las palabras que pronuncié en aquella conversación fueron el desgarro de mis sentimientos y que no por ser hombre, debía contenerlos más. Así, solo lloré sin lágrimas, suspiré y tomé una hoja de papel en blanco. Era inmutable a primera vista, blanca, hasta inspiradora pensé.

La hoja permaneció tendida frente a mí, y también admiré con dolor sus defectos de fábrica. Fueron minutos u horas, desafié mi conciencia a perderse en la hermosura de la blanca hoja en lugar de canalizarla al tiempo que tenía antes de llegar al trabajo. Sabía que la hoja deseaba ser escrita y yo sabía que algo debía escribirle, pero no fue ese el momento oportuno.

En algún momento tuve que correr a la jornada que tenía por delante. La hoja siguió tan vacía como estaba, pero es lo que yo pensaba y no lo que realmente sucedió.

Varias veces luché en mis noches por dejar de soñar esos encuentros frenéticos y apasionados con mi ex novia. Borraba en cada amanecer los rastros de frustración que me provocaba ver mi cama tan vacía como la veía antes de dormir. Aquella última abordada a la comprensión que tuve no acabó bien y la culpa asomaba persistente.

Aún viviendo como vivía esos días y noches, sacando de mi maletín la misma hoja siempre que tenía tiempo y motivación de escribirle, no podía alejarme de los sueños o de los desvelos, sosteniendo el celular sin tener el placer entero de hacerle una llamada. No vi el cambio en mi rutina, no vi el milagro del tiempo obrando en mi ritual de sacar y meter la misma hoja de papel.

Hubo un día distinto a todos aquellos, avanzaba más el otoño que el verano, era un sábado en el que todo lo quise hacer sin prisas, pasear por el atrio de la parroquia y alejarme hasta el parque para ver si en esa ocasión podría transformar el silencio de ese papel blanco en algún verso que me la devolviera.

Al encontrar la solitaria banca bajo la oscura sombra de esos pinos y el extraño claro que se formaba de entre las hendiduras de sus ramas, extraje con apacible gozo la hoja. Esta vez era muy distinta, la podía leer, la podía escuchar casi. Ya no era blanca para mi, no era un papel más y no podía reconocer en ella el papiro original de hacia algunos meses. La observé con toda la atención que había dejado de darle, la volteaba y aún así mi asombro no cesaba, ¿cómo pudo perder su aspecto de perfección?

Noté sus bordes gastados, estaba erosionada por torpes dobleces en las esquinas, cubierta de polvo que era propio de su superficie ahora, con una textura de suave espesor y frágil movimiento a la vez. Ya no era blanca y limpia, más bien era pálida y densa al enderezarse contra el viento, de contrastes amarillos como dibujando un borde sepia donde el corte perdía su frontera.

La admiración fue intensa, pensé en la desatención de mi parte, en el tiempo que transcurrió desde que la saqué de mi maletín por primera vez; realmente habían avanzado las semanas y los meses. Sabía que mi mano sostenía como en otras veces la pluma contra el mar de miedo e inspiración que atropellaba el momento, pero sin más prisa la volví a poner en su lugar, esta vez ni siquiera pensé en mancharle.

Se me introdujo una sola idea sensata: guardarla. Imaginar que esta hoja había cumplido su cometido, así como mi último noviazgo. Algo debía aprender con mi desatención. Todo lo que ocurrió fue para enseñarme algo nuevo y que me ayudaría emocionalmente.

Quise evitar todo mi ambiente, el calor y el aire seco frotaban mi espalda, y era propicio acariciar el papel por más tiempo, de no ser por esos pasos. El andar pausado y vívido de unos zapatos con tacón. La curiosidad redireccionó mis ojos, separó mis manos de papel, revivió a este poeta sin canción. Ella entró en la escena menos esperada. Venía sola y con una desconcertada mirada, como descifrando al hombre que encontraba solo en el parque. Habló de estados de ánimo y saludos tímidos. Habló poco porque se notaba que prefería escuchar algo. Cuando yo tuve la oportunidad de expresarme, lo hice sin papel, lo hice luego de decir "hola", lo hice sin miedo a su reacción. Lo hice porque la amaba tanto como le amo hoy.

Separé mis labios de los suyos, aún más satisfecho por la forma en que me correspondió. Sabíamos ambos que era una cita para reconquistar el amor que perdíamos en medio de la monotonía. Sabíamos que empezábamos a hacer el arte de un óleo sin pintura.

Caminamos de regreso a casa, conociendo la debilidad de nuestra relación. Pero ella nunca se enteró de la prosa que plasmé en su ausencia, no vio como inspiró al blanco de aquella hoja. Incluso yo me perdí en el elixir de amante afortunado, dejé de lado el delgado lienzo cuando me alcé sobre la encantadora sonrisa de mi dama. No sé de su rumbo. Y aunque perdí el resultado de todos mis esfuerzos, estas frases no me devolverán la vida que gasté en silenciar los deseos grabados en aquel papel arrugado.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Al Amor Se Le Destruye Cuando Te Vas

Si se puede contaminar el agua,
también lo intentaré contigo;
mereces morir con la duda
y vivir con el amor que no consigo.

Haremos a partir de este día
las cosas bien pero diferentes;
hoy no hablarás ni me callarás,
no seré el amante al que mientes.

Al amor se le destruye también,
sin actos y con bastas palabras,
camina al precipicio como suicida
pero se le destruye mejor cuando te vas.

Cuando prefieres a tus amigos
y te dedicas a evitar mis poemas,
es ahí cuando tus fantasiosos sueños
se te hacen infieles problemas.

Evitar esa caída de fe afectuosa,
no se puede, no retorna, ni se borra,
se arrastra con los años
y se quema cuando tu corazón llora.

No hay manera de hacerte libre
bajo toda esa infidelidad que obras,
¿cómo puedo hacerte entender
que aún así deseo tus sobras?

Podrás rodearme de distancia,
negarme tu voz en la madrugada,
incluso fingir placer en mi memoria,
¡pero si vas a amarme no hagas nada!

Si tus besos fueron aire
que se despidan con el viento,
si tus lágrimas fueron agua,
que se sequen con el tiempo.

Si mi amor, fue tu amor,
si de tanto esperarlo ya no está
y preguntas hacia donde va:
entre mi cama y mi poesía se quedará.

viernes, 15 de febrero de 2013

Esconderte De Él

No es fácil apartarte de él,
tenerte para mí y conversar.

Como duele tenerte así de poco,
saber que le mientes al otro.

Me pesan mucho los hombros
y sé que me alcanza la culpa.

No te puedo desaparecer
pero me encanta intentarlo.

La paciencia no ayuda tanto
y la ansiedad nos debilita, cariño.

La voz se me cansa,
tus manos tiemblan,
el reloj no se para,
las cortinas no hablan,
los besos cesan,
las miradas atrapan,
tu amor se delata
y el mío lo calla.

La lluvia ya casi no cae,
la luz se discurre otra vez.

Tu pelo de nuevo se suelta
y mi boca aún no se aleja.

Podrás pedirme que esconda palabras
sin pensar que puedo perderlas.

Repito la historia que amas oír,
sabes que es la única sin mentiras.

Te empiezas a despegar más
pues intuyes que él pueda llegar.

Te puedo entender,
te puedo querer,
o ser el que prefieres,
me podrás tener,
me podrás detener,
seré tu placer
y el único mar del que puedas beber
sin tener tu vida que vender.

¡Me ganó el juego tu prisa,
que por ganar no te recompensará!

¡Estás malgastando tu amor,
derrochándolo en boda sin luna de miel!

¡Yo quise salvarte siempre
y aún quiero intentarlo aunque tropiece!

¡No te obligaré a que te escapes,
pero sí te deseo muy lejos de él!

¡Volveré por ti, sin fecha ni hora,
yo te enamoraré de nuevo!

Ahora nos debemos ir,
nos supimos compartir,
nos acariciamos al fin,
sabemos lo que va a seguir,
nos divideremos sin sufrir,
pues desde que te descubrí,
sabía que de ti
nunca me terminaría de despedir.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Reflexión Para Que Regreses A Mí

No eres indispensable para mí,
pero no es tarde para que lo seas;
No eres el remedio que me recetaron,
pero no es tan malo que trates de curarme;
No eres la amante más dedicada,
pero no busco más de lo que ya eres;
No eres tan sincera como esperaría,
pero al menos sabes como mentirme.

Tú simplemente no eres para mí,
no eres paz, ni luz, ni amor;
Eres hiel, hermosa pero hiel,
eres de otro y me dices que eres fiel;
Eres libre, eres mía y eres de él,
no me quieres, ni lo quieres, ¡eres mujer!
Quieres vivir un sueño, una noche en París,
tres martinis y todo un libro para ti.

Fuiste mía más que de cualquiera,
una entera ráfaga que alienta;
Eras pura, eras fría pero muy pura,
me dejaste y te hiciste una aventura;
Ya jugaste y aún no aprendes,
que para ser feliz aún te sobran años;
Aún te quedan mis dos brazos,
cuatro paredes, mil recuerdos y estos besos.

lunes, 4 de febrero de 2013

Para Tus Desamorosos Momentos

Puedo consentir lo que no sientes
y dejar sufrir de sed
a todo ser vivo en el planeta,
si eso te hace sentir más importante.

Ofrecería de mí, esas horas
que a tu juicio tengo ocupadas,
sería un intento de recién casado
para tus desamorosos momentos.

Puedo ser un árbol frondoso
que sobrevive sin riego,
prestarte sombra y refugio
si nunca me perdieses de vista.

No soy un egoísta,
tampoco soy gran exigente,
sé entregarme a la espera
y amar sin que me amen.

Amor (9)


Disfrutemos al árbol,
llamémoslo Amor,
hagámoslo crecer,
veámoslo fuerte;
cuidemos de él,
aprovechemos su sombra,
juguemos en sus ramas.
Será perfecto para talar,
será increíble verlo caer,
será un estúpido tablero
o un hermoso cenicero;
lo podremos despedazar
y luego nos hará falta...

lunes, 28 de enero de 2013

Dos Infieles


Divagando entre tu deleitable mirada
Y el ocio de mis manos heladas,
Supuso mi vado contra la ventana
Que hoy me faltarás de nuevo.

No bastarán tus tantas ausencias,
Reflejadas en mi nostalgia,
Por mostrarme los motivos sigilosos
Que provocan todos mis celos.

Dos infieles caminan de la mano
Cuando uno miente para que le mientan,
¿Quién ama mejor de los dos?

Fácil, el que engaña con silencios,
Porque el que habla de amor sincero
Es el único que cree en lo que no tiene.

Yo soy el segundo, el amante sin nombre,
Pero ¿qué opción podría gozar mejor?
¡Si no hay nada que te haga mía
Ni nada que me haga tuyo!
No somos exclusivos, somos de otros.

viernes, 25 de enero de 2013

Tus Huellas


I

Van detrás de tu andar
Al igual que yo lo hago,
Van detrás sin más atraso
Que el que yo no hago.

Son las piedras el tropiezo
De un camino sin final,
Que provoca el comienzo
De un espacio sin alcance.

Serás humo o serás agua
Que casi no te tengo,
No estás cerca ni muy lejos
Pero no sientes cuando vengo.

La pasión más adecuada
Al ras de tus huellas,
Es la ilusa y vivaz idea
De encontrarte descansando bella.

II

Debes extenuarte en tu viaje,
Vivir sin mapa y sin gusto
Al margen de poca compañía,
Debe darte un sueño justo.

Retorno tras de ti a veces
Intentando buscarle atajo
A estos besos guardados tras meses,
Pero no hallo ninguna ventaja.

Te encontrado al otro lado
De algunas playas o pantanos,
Hasta con gritos te he llamado
Y cuando me ves no te detienes.

Sabes que yo sigo tras de ti
Que no le puedo dar importancia
A otra mujer que no seas tú,
A pesar de tan larga distancia.

III

He tratado de acabar paciente
Con esta caminata cansada,
Incluso me detuve por días
Bajo las estrellas más iluminadas.

Mas algo hay detrás de mí
Que me exige regresar a la tarea
Que nadie más puede hacer,
Rescatarte sin importar la marea.

Como discutir contra la voluntad
De perseguirte en lo oscuro
Aunque caiga rendido o muerto,
Si me alegraría más el ser tuyo.

No coordino yo este instinto
De comerte a besos el cuello,
De ser para ti distinto
Y gustarte como a mi me gustas.

IV

Tan exhausta es la cuesta
Que se opone a mi presa,
Tan asfixiante es la sombra
Que me envuelve en tristeza.

Verte por un día ya casi logro,
Tenerte de la mano
Y despertar justo a tu lado,
No alcanzo y me es vano.

Cuanto más pronto te distingo
Y logramos palabras intercambiar,
Más difieren las horas del reloj
Al ponerme marcha tras tu caminar.

Te disuelves en mi felicidad
Prefiriendo huir poco a poco
De mi mundo sin soledad,
¿Cuándo juntos volveremos a estar?

V

Cada vez atardece más rápido,
La luz se va sin más satisfacción
Que la de dejarme en lo desconocido,
Todo se hace silente y frío.

Mi corazón no entiende peligros
Sólo corre tras tus daños,
Aunque podría ser yo
Tu único riesgo con engaños.

De saber a donde te diriges
Ya habría dado punto final
A esta espera que me exiges,
Siendo tu próxima parada: mi amor.

Te enfrentas sola a la lluvia,
Al dolor y al tormento,
Te diviertes aún con eso
Sabiendo que yo sufro igual o más lento.

VI

Me he propuesto, lo he intentado,
Parar con esta empresa,
A la que nadie me ha obligado,
Pero cuanto más me quedo…

He sentido mis manos morir
Agónicas entre versos,
Sufriendo en sueños de pánico
Donde eres víctima de otro universo.

Los celos también mueven montañas,
Los hombres también sienten,
Las mujeres también pueden preguntar
¿Quiénes amando mejor mienten?

Y filosofando siempre en la monotonía
Prefiero darle toda mi prioridad
Al mapa de tus huellas,
Buscando contigo lo que llaman felicidad.

VII

Nadie me ha platicado de tus estaciones
Donde detienes a tus cansados pasos,
Yo los reconozco sin explicaciones,
Porque me sientes enamorado todavía.

Yo sé que tú también me quieres,
Aunque tengas tantos planes en mente,
No podré ser al que prefieres,
Pero soy al que mejor recuerdas, ¿verdad?

Tus mustias pistas sobre el suelo,
Son lo que necesito para vivir,
Son el regalo más sincero
Para invitarme a contigo salir.

Cuando tú me quieras tener
Bastará con tus pies detener,
Hacer una llamada sin palabras devolver
Y, ¿en cuánto tiempo nos podemos ver?

lunes, 21 de enero de 2013

Ver Tu Acostumbrada Tristeza

...Ver tu tristeza en mi mente es una tortura que no puedo evitar con cerrar mis ojos, ver tu tristeza en cada palabra que le dedico a otra mujer es mi dolor sin paz, ver tu tristeza acostumbrándose a mi rutina es lo peor que el mundo pudo inventar para matarme; ver tu tristeza donde no puedo verte y sentirte tan infeliz, es el fracaso de estos versos desprendidos de un alma que pudo haber sido la tuya...

I

Yo me considero ese polvo que estorba
bajo tus pies y sobre tus sueños,
he detenido tus latidos con miedo
y he provocado que te alejes tanto.

La distancia que depara tu maleta,
es inalcanzable desde ya,
tiene el desencanto de tu mirada,

La furia de tu callada boca,
la incertidumbre de tus pasos
y el filo de tu llanto sobre mi error.

Caí en la misma trampa que Adán,
encontré de otra mano esa manzana
que sobresalía por ser prohibida
pero que dañaba con ser tocada.

II

Para ver tu cara entristecida
no me queda más vergüenza,
lo angelical de este noviazgo
yo te lo guardo en algún rincón.

No puedo a los ojos verte,
ni puedo retroceder mis manos
que se acomodan en tus fotos,

Pero tampoco puedo permitirle
a mi cabeza pensar en reconquistarte
cuando sólo desilusionarte he logrado.

Tengo la paciencia para sentirme fuerte
pero tengo más indignación
por la manera en que te amé
que me entregaré a tu recuerdo sonámbulo.

III

Tus costumbres de cada mañana
no encajarán con la nueva rutina
que carece de hora para desayunar
y para lágrimas los minutos sobran.

No hay alarma que me levante mejor
que el de tu insatisfecha reacción
sobre mi piel cuando sueño tu perdón,

Siendo hombre que deshonra su profesión,
declararía en mi contra, con literatura,
si eso te devolviera, mi amor.

Pero oigo más triste a tu voz
sabiendo que no eres tú la que hablaba,
cuando confundo entre tanta gente
a tu ausencia con tu capricho de no voltear.

...El fin podrá justificar cualquier medio, pero dejarnos de amar como lo hicimos nosotros no se puede razonar con leyes a medio decretar, fuimos el arma homicida de esta relación, los únicos culpables de dejar escapar la pasión, que descontrolada, a nuestros besos logró hacer dudar; vaya final el que a este libro le vamos a brindar, tú en la paradoja de volver a iniciar tu felicidad y yo al borde de no poder volverte a enamorar...

domingo, 20 de enero de 2013

Si Te Llamaras Kyara (De Casualidad)


Si por azares de la vida terrenal
Tu nombre fuese inmortal
Y al nacer fuera de tus padres
El gusto de llamarte distinto de tu madre,
Disfrutando la combinación asonante
De un nombre con más consonantes
Que vocales, para traducirse
Igual en todos los idiomas que quiera oírse:
Kyara sería el embellecedor ideal
Que pondría título a tu libro teatral.

Yo te conocí en una fiesta,
Amiga de una amiga que mucho molesta,
Eras hermosa en esa fecha
Sin saber que para mí estabas hecha,
Yo desconocía de ti todo excepto
Que eras guapísima, lo acepto,
Quise conocer sólo tu nombre
Y pronto quise ser el que te asombre
Hasta el final de la noche nupcial de otros,
(Que ojalá hubiese sido de nosotros).

Como no he podido hallarte
Ni cuento con el número para llamarte,
Desesperado y aún enamorado
Este imbécil empedernido y embriagado
Te escribe una carta de corazón
Que busca silenciarte a besos sin perdón;
Ojalá seas tú, la Kyara que perdí,
Sino esperaría que me ayudes a mí,
Dándole a ella el paradero correcto
Que la ponga de vuelta a mi Amor Predilecto.

Aún intuyo sin lástima o estima,
Mi ortografía de alta esgrima,
Sin saber bien como tu nombre escribir
Conmocionando la suerte de poderte vivir:
Afortunadamente podrías ser sólo Kyara
O inapropiadamente tener una “H” intercalada,
Pero más consiente en el deseo
Que en como tu nombre leo,
Tengas Facebook o simplemente celular,
Así de nuevo me dejes invitarte a bailar.

Si por errores pragmáticos al caso
Eres una chica leyendo este intento en fracaso
Que no condiciona tu presente o futuro,
Te debo una disculpa de seguro,
Te entretuve leyendo algo aburrido
Que debe parecerte ahora divertido;
O quizá podrías ser una Kyara desigual
Que comparte conmigo este hospital mental…
Que bellísima podría ser la posibilidad
De que me des una respuesta de casualidad…